"Después de la catástrofe nacional de 1945, en Alemania Occidental apareció la República, que se distinguía por la presencia de la democracia, el bienestar, la paz y la moderación", aseguró el politólogo sobre la República Federal Alemana (RFA) tras la Segunda Guerra Mundial, subrayando que estos logros se consiguieron con grandes esfuerzos y sacrificios.
En el centro de la política y sintetizada en la frase "la dignidad humana es inviolable" se puso el hombre, no a la nación ni el Estado.
Al mismo tiempo, el primer Gobierno federal de Konrad Adenauer integró la República en el mundo occidental, de acuerdo con las pautas de la política llamada "integración occidental".
La discusión aguda de la década de los 50 en torno al papel de los militares llevó a la formación del Ejército de Defensa, 'Bundeswehr' en alemán, compuesto por 'ciudadanos en uniforme', otro concepto potente de la Alemania de la posguerra.
En cuanto a los sucesores de Adenauer, ellos recordaban las duras lecciones del pasado. Helmut Kohl se abstuvo de las pretensiones de un 'líder fuerte', mientras llegaba a acuerdos con Estados menores en poder para resolver juntos asuntos de máxima relevancia.
Sin embargo, los "impertinentes" mandatarios de la Alemania reunificada, según los calificó el autor, dejaron de rendir tributo al legado de Adenauer.
Las primeras tentativas de hacer algo "a lo grande" las hizo Gerhard Schroeder "el indeciso", según la descripción de Dittberner, quien aludió a la participación de Berlín en las guerras yugoslava y afgana, pero, al mismo tiempo, resaltó la negativa del canciller de seguir a EEUU en la intervención en Irak.
"Consideraba al presidente ruso, Vladímir Putin, como un amigo, mientras que Washington le fue profundamente ajeno", apuntó el columnista.
A su vez, la sucesora de Schröder "ya no tenía dudas". Asumiendo el cargo de canciller, Angela Merkel, con sus ambiciones de líder europea, mostró que su modelo era el de la emperatriz Catalina la Grande, señala el politólogo.
"En un principio se llevaba bien con Putin. No tenía que ver nada con el momento político. El propio hecho de que un ruso hablara alemán y una alemana hablara en ruso los acercó uno a otro a un nivel personal", observó el autor.
Sin embargo, con la crisis de Ucrania y la adhesión de Crimea a Rusia, la canciller tuvo que elegir. Entonces todo el mundo llego a saber que "el corazón de 'Frau Merkel' latía solo para EEUU".
Al parecer, una elección razonable, pero sin tener en cuenta que "la mayor potencia de las dos siempre ha sido Rusia. En la historia de las relaciones germano-rusas, la última palabra siempre se reservaba a Petersburgo o Moscú, no a Berlín".
Como resultado de una priorización mal calculada, asevera Dittberner, Alemania acabó convirtiéndose en "esclava" del militarismo estadounidense.
En los 11 años de su Gobierno, Angela Merkel "dilapidó" los mayores avances de la época de recuperación y fortalecimiento, que partían desde 1945. De entonces quedan tan solo eslóganes devaluados, tales como "economía social de mercado", "nos atrevimos a una mayor democracia" o "el mundo sin armas", que no tienen mucho sentido práctico en la Alemania de hoy, concluye el experto.
