"Hemos lanzado un mecanismo para reducir los riesgos que provienen de la disputa comercial [entre Washington y Pekín]", declaró Liao Syh-jang, jefe de la corporación taiwanesa Pegatron, que fabrica los iPhones para el gigante estadounidense Apple.
Debido al aumento de los costos laborales en China, los fabricantes se ven obligados a buscar una alternativa, como por ejemplo establecer plantas más pequeñas en otros países para estar más cerca de los mercados regionales.
Según explicó en una entrevista a Bloomberg el presidente de la Institución Chung-Hua para la Investigación Económica, Wu Chung-shu, "para las empresas taiwanesas será importante diversificar su producción, ya que las controversias comerciales entre EEUU y China no van a desaparecer pronto".
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En cuanto a compañías como Inventec —también un fabricante de Apple—, Quanta o Compal —los mayores fabricantes de portátiles del mundo—, afirman ser capaces de "aumentar la potencia" de sus plantas ubicadas fuera de China en caso necesario.
Al mismo tiempo, muchas empresas taiwanesas no quieren hacer enojar a China, ya que Pekín considera a Taiwán parte del país. Pero, ¿cómo pueden hacer frente al conflicto comercial entre EEUU y China? Según informó Ho, Inventec tiene previsto establecer al menos una fábrica en territorio chino que empezará a funcionar el próximo año.
Por su parte, Barry Lam, presidente de la taiwanesa Quanta —entre cuyos clientes se encuentran gigantes como Apple, Dell, HP, Amazon, Cisco y Toshiba—, afirmó que su compañía puede "impulsar la producción" en California, Tennessee o Alemania.
"En medio de la guerra de aranceles, trasladar parte de las inversiones hacia el sur sería una solución que tendría sentido para muchas empresas. Mientras que los incentivos chinos disminuyen gradualmente y los costos laborales son cada vez más altos, el Gobierno taiwanés promueve la política de inversiones en el sur", explicó a Bloomberg Angela Hsieh, de Barclays Bank.
El 6 de julio, EEUU impuso aranceles a las importaciones de 818 artículos chinos por un total de 34.000 millones de dólares. Como medida de respuesta, el gigante asiático impuso aranceles del 25% sobre las importaciones de la misma cantidad de bienes estadounidenses.
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Más tarde, el presidente de EEUU, Donald Trump, impuso aranceles adicionales del 10% a los artículos chinos por un total de 200.000 millones de dólares. Por su parte, China presentó una demanda a la OMC debido a la implementación de elevados aranceles contra las mercancías chinas.