A todo esto, el Gobierno alemán mantiene su línea adoptada en su momento de ocultar y desinformar, y no se le ocurrió mejor idea que atacar a Rusia a la que acusó de aprovechar el caso de la adolescente para echar gasolina al tema de los refugiados. En vez de reconocer el problema y tratar de resolverlo, los europeos acusan a Moscú prácticamente de inventar la crisis de los migrantes.
Cabe destacar que la primera información sobre el caso de la menor no llegó de parte de las autoridades oficiales germanas, sino de la comunidad rusa de Alemania, luego, del abogado de la familia y más tarde de los padres.
Los medios occidentales tardaron mucho en reaccionar, y al hacerlo restaron importancia al asunto y evitaron a relacionarlo a la crisis de los refugiados, alineándose al Gobierno alemán.
Desde Francia, el periodista español Luis Rivas afirma que la crisis de los migrantes es lo que más preocupa a la Unión Europea en estos momentos, pero Bruselas hace lo imposible para no reconocerlo, o bien para desviar su atención.
El efecto avestruz se apoderó de los gobiernos europeos, especialmente del alemán. Sus intentos, no sólo de silenciar esta historia, sino también de negar el problema de los migrantes, puede conducir al bloque a una situación incontrolable.