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La verdad sale a la luz: el astuto plan de la CIA para apoderarse de un submarino soviético

© Sputnik / A. Steshanov / Acceder al contenido multimediaSubmarino K-129 de la flota del Pacífico
Submarino K-129 de la flota del Pacífico - Sputnik Mundo
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En el apogeo de la Guerra Fría, la CIA gastó 350 millones de dólares en una operación para robar un submarino soviético. El plan, no obstante, fracasó.

Una de las operaciones encubiertas más asombrosas en la historia de Estados Unidos está contada al detalle por Josh Dean en su nuevo libro 'La toma del K-129', resumido en un artículo de Daily News.

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El K-129, equipado con tres misiles nucleares, salió desde la península rusa de Kamchatka en febrero de 1968. Estaba destinado a una sección remota del océano Pacífico al noreste de Hawái.

Más tarde, el sumergible se perdió en el mar, hundiéndose presumiblemente en el fondo del océano. Tras el accidente, la CIA consideró necesario rescatar el submarino para apropiarse de la tecnología e información secreta que podría haber llevado a bordo.

Pero la agencia necesitaba a una persona para encubrir sus planes, y para estos fines fue escogido Howard Hughes, un excéntrico millonario, piloto y productor cinematográfico que entonces tenía 64 años.

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La historia para encubrir los verdaderos hechos era la siguiente: la compañía de Hughes financiaba una operación de exploración de minería en el océano profundo. Mientras tanto, la CIA estaba construyendo un barco gigante para sacar el submarino soviético del fondo del mar y llevarlo a EEUU, con un costo total de 350 millones de dólares.

El 4 de agosto de 1974 comenzó el lento proceso de sacar el sumergible naufragado. En cuanto el gancho de extracción, que recibió el nombre de Clementine, se sumergiera lo suficiente en el mar, un pequeño remolcador de rescate —de los que las autoridades soviéticas solían usar para llevar a cabo una vigilancia oculta— comenzaría a perseguir al Explorer —el buque de la CIA—. Al final, el gancho de extracción no pudo 'capturar' a la presa.

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La mayor parte de la embarcación volvió a caer al fondo del mar: era hora de alertar a Washington de que la misión había terminado en un fracaso parcial. La mayor parte del K-129 seguía donde estaba.

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