El realizador reside en la ciudad suiza y conoce de primera mano la problemática de los extranjeros que intentan mejorar su existencia en otro país, según explica a Sputnik Nóvosti durante una entrevista en el centro Barbican de la capital británica.
Melgar es hijo de dos generaciones de migrantes españoles, su abuelo, anarcosindicalista andaluz, huyó del franquismo y encontró refugio en Marruecos.
Sus padres, sin embargo, emigraron de Tánger en los años sesenta en busca de trabajo en Suiza.
"Llegué a Suiza con dos años, en 1963, cruzando la frontera clandestinamente. Mi hermana y yo pertenecemos a la generación de los armarios porque teníamos que escondernos de las autoridades, hasta 2004 se prohibió a los inmigrantes llevar a sus hijos a Suiza", rememora.
Melgar conoce los problemas de la inmigración, pero un encuentro fortuito con dos africanos en Lausana le abrió de nuevo los ojos.
"Fui con mi hijo al parque una mañana muy temprano y, jugando, despertó a dos chicos que dormían en un banco. Se asustaron creyendo que yo era un policía, entonces descubrí que multan a los que encuentran durmiendo en la calle", recuerda poco antes de la proyección del documental.
"Me pareció increíble que en mi ciudad próspera y en un país tan rico como Suiza se multe a la gente sin techo", añade el documentalista.
Melgar dedicó los siguientes seis meses a investigar la situación en Lausana de una masa indigente de individuos y familias que son invisibles para la mayoría de la población, tanto en Suiza como en España o Reino Unido.
El resultado es el galardonado documental, cuyo título hace referencia al albergue municipal suizo que acoge a unos 50 inmigrantes pero cierra las puertas cada noche a un número similar de extranjeros.
"Cuando realicé el filme había unas 300 personas sin techo en mi ciudad, que tiene 150.000 habitantes, una gran parte había huido de la crisis económica en España, con pasaporte español o permiso de residencia en el área Schengen, son ciudadanos legales que buscan fortuna en Suiza pero les frena un aluvión de rechazos" explica a esta Sputnik.
"Es indigno que un país rico trate así a los inmigrantes. Es inhumano", denuncia.
"La situación es tan insoportable para ellos mismos, les resulta tan difícil elegir a quien acoger y a quien rechazar cada noche, que vieron el filme como un buen vehículo para hablar del problema en la ciudad", señala Melgar.
"Esta situación se está generalizando en toda Europa, el número de personas sin techo crece constantemente y les negamos comida, cama, refugio, nos da miedo enfrentarnos a su miseria y tememos perder nuestros privilegios", observa.
El documental llega a Londres en plena campaña electoral, con la emigración en la diana de los dardos de los partidos de derecha, que culpan a los extranjeros de casi todos los problemas del país.
"Me duele porque soy hijo de emigrantes", reconoce empáticamente, "emigrar es algo natural en el ser humano, el hombre siempre ha querido moverse y mudarse", sostiene.
Según añade, "no es posible concebir el mundo con la población estática, sino en continuo movimiento", de ahí que si se "corta la libertad de movimiento, se actúa en contra de la naturaleza humana".
En este y otros trabajos previos, Melgar evita dictar doctrina e intenta que la audiencia se sienta responsable de lo que ocurre en la pantalla.
"Yo no emito comentarios, sino que doy pie a la reflexión, soy un testigo que muestra las consecuencias y problemas morales de rechazar a las personas", puntualiza el autor.
"Europa siempre ha sido un continente de migrantes, pero ahora impera la idea de cerrar la fortaleza europea", matiza, "mi filme es un símbolo del barco salvavidas perdido en un naufragio: nos invade el miedo de no saber cuántas personas podemos meter en el barco sin que se hunda".
El cineasta suizo es consciente de que "una película no puede cambiar la sociedad" pero guarda la esperanza de influir en las nuevas generaciones con sus trabajos de índole social y los de sus colegas en el colectivo Le Mirage, formado en Suiza en la década de los 80.
"Espero que mis filmes sean como una semilla, que tarda en crecer y necesita agua y sol, pero un día se convierte quizás en un árbol", compara.
Melgar siente que "la juventud tiene miedo a su propio porvenir y se traga los mensajes simples de la extrema derecha, que representa a los inmigrantes como la oveja negra de la sociedad", por eso sostiene que trata de enseñarles con su cine que "la riqueza ha de ser compartida y que hoy tienen dinero pero mañana pueden ser el chaval que intenta pasar la noche en el refugio: mis filmes son una herramienta pedagógica que sensibiliza a los jóvenes".
También surte efecto entre algunos adultos el mensaje elemental de sus documentales: "los inmigrantes son seres humanos que sufren".
Por lo pronto, Lausana ha iniciado un programa de escolarización de los menores sin hogar y la sociedad debate cómo solucionar la falta de vivienda.
"Se apunta con el dedo al emigrante, olvidándose de que es la fuerza nueva que contribuye a la riqueza de un país", según cree "la inmigración es el oxígeno de una sociedad, algo fundamental porque sin emigración, la sociedad envejece o muere", sostiene el autor de "El Albergue".
