Esa capa, la troposfera, se extiende hasta unos 16 kilómetros de altura desde la superficie del planeta en los trópicos y hasta unos 13 kilómetros en los polos. El clima estacional a esas alturas —la variación de las temperaturas de invierno a verano y de verano a invierno— también está siendo víctima de la actividad humana.
Perspective on this research: "The seasonal fingerprint of climate change"https://t.co/142iobiRc6
— Dennis Dimick (@ddimick) July 22, 2018
"Satellite data for the past 40 years show changes in the mid-latitude temperature cycle in the lower atmosphere, with characteristic structure in both hemispheres." pic.twitter.com/E6KsgzZPN8
Posteriormente, los científicos compararon las temperaturas registradas por estos satélites con las 'huellas dactilares' fruto de la actividad humana. Para obtener esas huellas dactilares, los científicos utilizaron los cálculos informáticos de los cambios en los niveles de gas invernadero en la atmósfera de los últimos 30 años. Cruzar estos dos datos ha permitido a los autores del estudio determinar que las huellas del ser humano coinciden con las subas y las bajas de temperatura en la troposfera y que no son debidas a otra cosa que no sea la acción del hombre.
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