Al calcular cómo iba circulando el flujo sanguíneo al cerebro de nuestros antepasados, los investigadores pudieron comprobar que la mente humana evolucionó no solo gracias al aumento del tamaño de este órgano, sino también por su necesidad de sangre, que llegó a ser más importante para el desarrollo de nuestra capacidad intelectual que el aumento del tamaño de este órgano tan vital.
"El tamaño del cerebro ha aumentado en cerca de un 350% durante la evolución humana, mientras que el flujo de sangre al cerebro se ha incrementado en un increíble 600%", afirmó Roger Seymour, líder del equipo encargado de realizar el estudio científico.
De esta manera, el desarrollo de las células nerviosas y sus conexiones está relacionado con el aumento de la actividad metabólica, algo que, por su parte, provoca una mayor demanda de oxígeno y nutrientes proporcionados por la sangre.
Según otro estudio publicado en 2015 por los mismos investigadores, la capacidad cognitiva de los animales podría calcularse sobre la medición del tamaño de estos agujeros del cráneo.