"Muchas veces, de modo sistemático y estructural, sus pueblos han sido incomprendidos y excluidos de la sociedad, algunos han considerado inferiores sus valores, su cultura y sus tradiciones", denunció en la ciudad en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, sureste de México, el primer papa de la orden jesuita que dirige el Vaticano.
En una inédita reivindicación histórica de los herederos de las culturas prehispánicas en el continente, Francisco exclamó: "¡Qué tristeza! Qué bien nos haría a todos hacer un examen de conciencia y aprender a decir: ¡Perdón, perdónenos!".
"El mundo de hoy, despojado por la cultura del descarte, los necesita", añadió el religioso que comenzó su homilía con frases en lenguas indígenas.
Una iglesia para los pobres
Con el sonido de las caracolas marinas usadas en las ceremonias prehispánicas, Francisco recibió un agradecimiento coreado de "una iglesia pobre para los pobres", y los gritos de "¡Viva el papa de los pobres!", una expresión que ninguno de los antecesores había recibido en México.
"Los jóvenes de hoy –les dijo el Papa–, expuestos a una cultura que intenta suprimir todas las riquezas y características culturales en pos de un mundo homogéneo, necesitan que no se pierda la sabiduría de sus ancianos", otro elemento distintivo de las culturas ancestrales.
El papa rescató elementos centrales de la tradición indígena para criticar males contemporáneos: "El mundo de hoy, preso del pragmatismo, necesita volver a aprender el valor de la gratuidad", dijo en la homilía.
Hasta que Dios dijo basta –leyó–: "¡No más! He visto la aflicción, he oído el clamor, he conocido su angustia", dijo citando el pasaje de la Biblia.
En esta expresión, interpretó Francisco, "hay un anhelo de vivir en libertad, hay un anhelo que tiene sabor a tierra prometida donde la opresión, el maltrato y la degradación no sean la moneda corriente", denunció con acento muy cercano a los teólogos de la liberación que fueron perseguidos en América Latina a finales del siglo XX.
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Finalmente, extendió su reconocimiento a las antiguas aspiraciones de las comunidades indígenas, cuya geografía coincide con el mapa de la extrema pobreza: "en la memoria de muchos de nuestros pueblos está inscrito el anhelo de una tierra, de un tiempo donde la desvalorización sea superada por la fraternidad, la injusticia sea vencida por la solidaridad y la violencia sea callada por la paz", puntualizó.
Representantes de los indígenas "de México y Guatemala", respondieron con discursos en lenguas antiguas, reconociendo que "aunque muchas personas nos desprecian, tú has querido visitarnos y nos has tomado en cuenta".
Le pidieron que los lleve en su corazón "con nuestra cultura, también con nuestra alegría y nuestros sufrimientos, con las injusticias que sufrimos".
"Muchas gracias, jTatik (Padre Nuestro), por autorizar el cargo de diaconado permanente indígena con su propia cultura, y haber aprobado el uso en la liturgia de nuestros idiomas", dijeron tres indígenas, dos mujeres y un hombre, que leyeron los mensajes.