"Tendremos que hacer algo, pero somos conscientes de las limitaciones, no pondremos en riesgo la disciplina presupuestal, ni tenemos margen para incrementar la deuda pública", dijo González Anaya en una entrevista publicada este viernes por el periódico El Economista.
El Gobierno mexicano también reveló al diario El Financiero un documento preparado antes de la aprobación de la nueva política fiscal en EEUU, en el que responde a los gremios empresariales, que proponen imitar esa misma política.
"En ningún caso se contempla aumentar el déficit público para modificar la estructura tributaria de México", anticipaba el documento oficial publicado el 22 de diciembre.
Esto es así debido a que los cálculos deben agregar un seis por ciento de los impuestos estatales, que arroja un impuesto total a la renta de 27%, solo tres punto abajo de esos impuestos en México, dice el análisis del despacho de González Anaya.
"Es cierto que [la reforma en EEUU] baja impuestos, pero no tanto como parece, porque elimina muchas deducciones, y al final la reducción de tasas será mucho menor que la que están publicitando", puntualizó el secretario de Hacienda.
La experiencia de los tiempos del Gobierno de Ronald Reagan (1981-1989) indica que "la baja de impuestos no trajo más inversión", dice un resumen de la presentación.
El Gobierno de México estima que "no es una buena idea ofrecer incentivos cuando la economía está cerca del pleno empleo, como es el caso ahora en EEUU", agregó.
En el corto plazo, la reforma provocará la repatriación a EEUU de capital que está en efectivo fuera de ese país, para gozar de los beneficios.
Se "estima una salida de más de 10.000 millones de dólares" de México, dijo el 21 de diciembre el privado Banco Base.
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La estimación de la deuda pública mexicana, un indicador que la calificadoras internacionales de riesgo han exigido reducir al Gobierno de México para mantener su rango de inversión, se estima en un elevado 48% como proporción del Producto Interno Bruto en 2017.