Los británicos optan por el frío mientras persiste la preocupación por las facturas

La mayoría de los británicos tiene la intención de bajar la calefacción, ya que la preocupación por las elevadas facturas energéticas pesa más que las gélidas temperaturas, escribe 'Bloomberg'. Encuestas ponen de relieve que el encarecimiento del coste de la vida les obliga a establecer prioridades de gasto.

Según el sondeo, realizado por la sueca Aira Group, el 65% de los encuestados afirma que reducirá el consumo de calefacción y el 7% piensa apagarla por completo, mientras que más de 75% citaron los elevados precios de la energía como principal razón para soportar las bajas temperaturas.

"Esta investigación es un duro recordatorio de que los hogares siguen luchando contra las exigencias de unos precios de la energía en alza y una dependencia excesiva de los combustibles fósiles importados", declaró Martin Lewerth, director ejecutivo de Aira Group, citado por Bloomberg.

Pese a la disminución de los precios de la energía al por mayor, los consumidores siguen teniendo que hacer frente a facturas elevadas porque la mayor parte de las ayudas del Gobierno británico finalizaron en 2023. Mientras tanto, las temperaturas cayeron en picado a inicios de enero y aunque se prevé que las gélidas temperaturas se moderen, las bajas temperaturas amenazan la salud de las personas vulnerables.

A partir de enero, el regulador británico Ofgem elevó un 5% el precio máximo nacional de la energía, hasta 1.928 libras (unos 2.453 dólares). Esa es la factura anual de un hogar típico del Reino Unido, mientras que el coste real depende de cuánta energía se utilice. En ese fondo, más de un tercio de los encuestados por Aira afirman que mantendrán temperaturas más bajas de lo normal en sus hogares hasta finales de febrero.

Los precios de la energía en Reino Unido se han disparado tras la escalada del conflicto ucraniano, al subirse Londres al carro de las sanciones antirrusas de Estados Unidos y aislarse de las importaciones económicas de energía procedentes de Rusia.

Mientras que la economía rusa logró resistir el consiguiente embate económico, los mismos países que introdujeron estas sanciones han experimentado un drástico aumento de los precios de los combustibles y la energía, obligando a sus propios ciudadanos a pagar literalmente por las decisiones de sus líderes.

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