Inversores buscan altos retornos para protegerse del impago en plena crisis económica en Europa

La eurozona entró en recesión técnica en el primer trimestre de 2023. La crisis se atribuye a la escalada de los costos energéticos y a la miope decisión del bloque de reducir drásticamente las compras de petróleo y gas rusos, lo que provocó un importante aumento de los precios de los insumos y amenazó con la desindustrialización de toda la región.

Los inversores del mercado europeo de bonos basura, de más de 400.000 millones de euros, están obligando a los prestatarios corporativos de alto riesgo a pagar enormes primas por los préstamos, ante el temor de una oleada de impagos.

Según datos del índice Intercontinental Exchange Bank of America citados por Financial Times, los rendimientos de los bonos basura denominados en euros están en su nivel más alto en siete años.

Esto ocurre en medio del temor a que una mayor ralentización de la actividad económica, combinada con los altísimos tipos de interés de los bancos centrales puestos en marcha para luchar contra la inflación, haga que muchos prestatarios no puedan hacer frente a sus obligaciones.

La brecha media entre la deuda corporativa de alto riesgo y los bonos ofrecidos por los gobiernos se ha ampliado a un promedio de más de 18 puntos porcentuales, casi el triple de lo que eran a principios de 2022, antes de que la crisis de Ucrania se convirtiera en una guerra proxy en toda regla de la OTAN contra Rusia, cuando el diferencial se situaba en tan solo el 6,7%.

Alemania —el país de referencia de la zona del euro— elevó a principios de octubre el rendimiento de sus bonos a 10 años hasta el 2,98%, su nivel más alto desde 2011. Eso significa que los prestatarios corporativos europeos con una calificación crediticia de CCC ("actualmente vulnerable") o inferior deben estar dispuestos a pagar a los acreedores dividendos cercanos al 21% por el privilegio de pedir prestado.

El mercado europeo de bonos basura ha mostrado una volatilidad mucho mayor que la de sus primos estadounidenses al otro lado del Atlántico, con el diferencial de los préstamos corporativos de bonos basura estadounidenses cayendo del 12% a principios de 2023 a menos del 10% ahora, a pesar de un número estadísticamente mayor de quiebras en los EEUU.

Los economistas atribuyen la brecha entre los dos mercados al hecho de que el sistema financiero europeo está mucho más "basado en los bancos" que el de Estados Unidos "basado en el mercado", lo que significa que los prestatarios tienen menos prestamistas a los que acudir.

Las estimaciones de crecimiento del producto interno bruto (PIB) europeo para 2023 cayeron por debajo del 1% en septiembre, arrastradas por las sombrías perspectivas de una Alemania sumida en la recesión, que reducirá un 0,4% su PIB anual debido a los elevados costos energéticos, la caída de la demanda de consumo y de la producción industrial, así como la elevada inflación.

Las economías europeas se enfrentan a la amenaza de la desindustrialización en medio de la crisis provocada por el rechazo de la energía rusa, y Washington intenta desbancar a los productores de Europa ofreciéndoles generosas subvenciones para la fabricación de productos relacionados con la tecnología verde, incluidos los vehículos eléctricos en suelo estadounidense.

El presidente ruso, Vladímir Putin, ya advirtió en la primavera de 2022 a Alemania y a otras potencias europeas de las consecuencias económicas a las que se enfrentarían si se cortaban el suministro de energía rusa de bajo precio y fiable, prediciendo con precisión que "junto con los recursos energéticos rusos, la actividad económica también abandonará Europa para trasladarse a otras regiones del mundo" en medio de la pérdida de competitividad global.

"Uno tiene la impresión de que nuestros colegas occidentales, políticos y economistas, simplemente olvidaron los fundamentos de las leyes elementales de la economía o, en su detrimento, prefieren ignorarlas deliberadamente", declaró Putin en aquel momento, añadiendo que los líderes europeos parecían dispuestos a vender a sus propios países debido a la presión del otro lado del océano.

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