Ambos testigos están protegidos por la Audiencia Nacional de España, que investiga la querella criminal, y su anonimato fue garantizado igualmente por la magistrada británica Vanessa Baraitser.
De acuerdo con su testimonio, las escuchas, grabaciones y demás actos ilícitos se ejecutaron por órdenes directas del exmilitar español, David Morales, dueño y gerente de UC Global, la empresa encargada de la seguridad de la legación ecuatoriana hasta mediados de 2018.
"David Morales (…) traicionó los términos del contrato y la confianza depositada en él por el Gobierno de Ecuador, al entregar de forma sistemática información a las autoridades de inteligencia de Estados Unidos, a las que trasladaba de forma recurrente y durante un periodo de tiempo todo el material relacionado con la seguridad de la Embajada", expuso el identificado como 'testigo 2'.
Su colega —testigo 1 en ambos procesos judiciales— entró UC Global en 2015, como "experto informático".
En el testimonio leído por Summers, el informático asegura que se montó un equipo humano y técnico para facilitar la "obtención, sistematización y procesamiento de la información de la Embajada que solicitara David Morales".
La información, según añade, se captaba en parte a través de micrófonos encubiertos que se instalaron en las distintas estancias de la embajada, incluido el baño de mujeres.
"David Morales indicó que su intención, instalando esos micrófonos, según le habían pedido los norteamericanos, era que los micrófonos y cámaras, apostadas en zonas como la sala de reuniones, captaran los encuentros de Assange con todos los visitantes, pero especialmente con los abogados defensores", alega.
El exjuez español fue sometido a un "seguimiento especial" porque, según la misma fuente, los "amigos americanos" pidieron a Morales que controlara, a través de sus operativos en Londres, "los viajes que hiciera a Argentina y Rusia a través de la captación de fotos de su pasaporte" cada vez que entrara en la embajada.
Ambos denunciantes afirman que el espionaje se intensificó tras la victoria presidencial de Donald Trump y coinciden en sus sospechas de que la Inteligencia estadounidense era el destinatario de la información recabada subrepticiamente.