Un equipo de investigadores ha descubierto que la piel tatuada no tiene la misma capacidad funcional de emanar sudor a comparación de la piel que no tiene tatuajes extensos.
Según el estudio publicado en Journal of Applied Physiology, el proceso de tatuaje daña las glándulas sudoríparas ecrinas que tienen como función principal producir sudor para enfriar el cuerpo cuando es sometido a altas temperaturas y lo expone a un riesgo de sobrecalentamiento.
De esta manera, el equipo de investigación midió la temperatura corporal de los participantes, la tasa de sudoración, la temperatura de la piel en áreas tatuadas y no tatuadas en el mismo brazo.
En conclusión, se pudo notar que un tatuaje extenso daña funcionalmente los mecanismos de secreción afectando la capacidad de la glándula sudorípara ecrina, sin embargo esto parece no afectar la señal que emite el organismo a la hora de producir sudoración.
Según publica Medicalxpress, estudios anteriores han corroborado que la piel tatuada tenía una mayor concentración de sodio en el sudor, esto demuestra una función reducida de los conductos sudoríparos ecrinos.