Se hace llamar Leonardo, tiene 23 años y desde hace un lustro trabaja como "escort", acompañante sexual de hombres y mujeres.
Hace más de 45 días que está encerrado en su departamento de la ciudad colombiana de Medellín (noroeste) por cuenta del confinamiento obligatorio decretado por el Gobierno para enfrentar el COVID-19, tiempo durante el cual ha aprendido a ejercer su trabajo en el mundo virtual.
"Parce [amigo], hay mucha creatividad. Yo he trabajado así muy bien. Los clientes me hacen las transferencias, yo les interactúo y la pasamos rico. Ellos me dicen qué quieren que haga y lo hacemos. Si se anima me avisa", dice entre risas Leonardo.
La virtualidad, todos lo sabemos, no es lo mismo que el encuentro cuerpo a cuerpo, mucho menos cuando se trata del sexo. Y así lo reflejan las tarifas.
"En un servicio normal, en persona, mi tarifa es de 120.000 pesos (30 dólares) por hora, mientras que en el virtual es de 100.000 (25 dólares) por hora y media", dice el joven, y asegura que se ha librado de la crisis gracias a su celular, que le permite transmitir su propio contenido.
"Uno le cuesta 30.000 pesos (7,5 dólares) y le dejo cinco en 80.000 (20 dólares). ¿Se anima o qué?", insiste, sonriente, en medio de la charla telefónica.
Justamente el sector de la prostitución es uno de los más afectados por la cuarentena que decretó el Gobierno desde el 25 de marzo y que amplió hasta el 25 de mayo ante el coronavirus SARS-CoV-2.
El pasado 27 de marzo el Sindicato de Trabajadoras Sexuales de Colombia (Sintrasexco) emitió un comunicado en el que pide al Gobierno que, en medio de la pandemia, "atienda las urgencias vitales de la clase trabajadora informal en general y de las trabajadoras sexuales en particular", debido a la crisis que atraviesan.
Transpirar la pantalla
El sector de los gimnasios es otro de los más golpeados por los efectos colaterales del COVID-19, por lo que también ha debido evolucionar a lo virtual.
En redes sociales como Instagram es frecuente observar ahora clases virtuales con entrenador personalizado a un cuarto del valor de lo que costaba la clase in situ. Así, los entrenamientos que costaban en promedio 69.000 pesos (17,25 dólares) al mes usando las instalaciones del gimnasio hoy se promocionan por tan solo 19.000 (4,75 dólares) para que cualquiera los haga desde casa.
¿Quiere algo más personalizado? La red da para todo, y por los mismos 69.000 que pagaba de manera presencial también es posible hallar planes virtuales con entrenador individual, el cual le diseña su rutina y le hace un seguimiento semanal.
Sin embargo, no todos los clientes están satisfechos con los resultados de la virtualidad y extrañan regresar a los gimnasios.
"¡Crees que unos cauchitos [bandas elásticas] que tengo en casa voy a ser capaz de mantener igual de tonificada que en el gym? ¡Ni loca!", reprocha Marcela Garrido, una joven universitaria.
Turismo por internet
Si algo tiene esta pandemia es que homogeneizó la rutina de más de mil millones de personas que permanecen confinadas en diferentes países del mundo y que ahora viven sus vidas a través de las pantallas.
"¿Se ha dado cuenta de que ya no importa ser rico o pobre? Todos quedamos igual. El que tiene plata para viajar ahora no puede, y el que queriendo pero no teniendo, pues le toca seguir conociendo por internet", dice Adalberto Gámez, un domiciliario de comidas rápidas.
Y sí que tiene razón Adalberto. Islas como Aruba, Curazao, Jamaica y Santa Lucía, que permanecen vacías en estos tiempos, buscan mantener su vieja clientela y atraer nuevos turistas con planes en redes sociales, a través de los cuales ofrecen rutinas de ejercicio, música y recetas de cocina al mejor estilo caribeño.
A su vez, Disney desarrolló una plataforma virtual llamada Disney Momentos Mágicos, con contenido exclusivo y actividades gratis para disfrutar en familia desde casa, como recorrer algunos de sus parques temáticos.
Aunque encerrados y obligados a lo virtual, no parece haber excusas para decir que no se pudo conocer algún pedacito del mundo, mantenerse en forma, o tener un fogoso encuentro sexual.