Parece oficial, no habrá vuelta al cole, al menos hasta septiembre, al menos en Andalucía, al menos... La medida sí contempla, por el momento, —e insistimos en recalcar la temporalidad de todas las afirmaciones— un seguimiento especial vía telemática de los estudiantes de fin de ciclos y segundo de Bachillerato.
Todos se preguntan cómo podrán conciliar el retorno a la nueva–normalidad con la no–normalidad de sus hijos.
Los casi dos millones de alumnos de la comunidad autónoma más poblada de España y los más de 100.000 docentes esperan más detalles de la nueva propuesta del Ministerio de Educación.
"La única herramienta que tenemos es el confinamiento", decía Isabel Celaá, "los centros tendrán que estar a la mitad de su capacidad. Esto obliga a que una parte de alumnos estén trabajando presencialmente y otra parte, telemáticamente".
Un horizonte hacia el que nadie quiere navegar
La propuesta de Educación, reducir los alumnos en un 50%, no agrada al sur de Madrid. El presidente de la Junta de Andalucía, el popular Juan Manuel Moreno, en una entrevista en la televisión autonómica andaluza decía: "Es imposible e inviable poder mantener dos estructuras docentes en paralelo para atender a los alumnos por vía presencial o telemática", llegando a calificar de mero "globo sonda" una propuesta "carente del más mínimo rigor".
Pero más allá de la lid política, la propuesta no encuentra eco en la comunidad educativa. Los sindicatos de docentes han expresado su desacuerdo con una medida que, en última instancia, recaería con más carga laboral sobre los docentes.
"Si vamos a reducir al 50% la densidad de las aulas tendríamos que tener más espacio físico o más horarios. No creo que eso sea asumible para los docentes", opina Miguel Ángel Castillo, coordinador de USTEA.
Para los padres y madres, organizados en asociaciones como FAMPA, "las administraciones pasan la patata caliente a los centros educativos y a las familias", dice Mª Mar Michan, que evidencia la falta de personal para afrontar las nuevas medidas propuestas.
"Esta estructura existe, pero siempre ha estado inutilizada, de hecho, desde 2017 se acordó la creación del Comité Sectorial de Salud Laboral y ni siquiera se ha llegado a constituir".
En otros países como Francia y en algunos centros españoles hay asignación de personal sanitario a cada colegio, desde USTEA, señalan este modelo como una vía a explorar.
Andalucía ante el reto climático: aulas sí, saunas no
Pero la cuestión básica es el espacio físico, las aulas. Aunque existieran más profesores, presupuesto y disposición de las administraciones, ¿dónde se darían las clases? Si se dividen las clases, se necesitan más aulas.
"Eso es lo primero. Los centros públicos han venido perdiendo espacios, me temo que la administración esté barajando la posibilidad de volver a meter a los niños en caracolas", presume Mª del Mar Michan, de FAMPA.
Las caracolas, las aulas prefabricadas, han sido producto de agria polémica en Andalucía. Estas instalaciones son sinónimo de insalubridad, calor, mala ventilación y bajo rendimiento debido al calor.
La Universidad señala la necesidad de sistemas de ventilación mecánica controlada, algo que viene recogido en la normativa europea para nuevos edificios, pero que los centros andaluces, inclusos los de reciente construcción, incumplen sistemáticamente.
"Las instalaciones de los centros educativos andaluces son un horror, esta pandemia ha puesto sobre la mesa muchas miserias y las instalaciones son una de ellas", reflexiona Teresa Pablo, portavoz de la plataforma Escuelas de Calor, que reivindica confort térmico en las aulas.
Sus reclamaciones, han tenido efecto y Andalucía, está a punto de aprobar una ley para mejorar las condiciones térmicas y ambientales de los centros educativos.
"Estamos ante la oportunidad de repensar como podemos construir colegios, porque hasta ahora, parece que los niños y docentes no merecen confort térmico, supongo que es porque los niños no votan".
A nivel municipal, los Ayuntamientos encargados del mantenimiento y reformas de los centros han visto las orejas al lobo. Los padres y madres exigen aulas habitables en ciudades donde durante varios meses, el termómetro supera los 30º desde el medio día. En Sevilla, por ejemplo, uno de cada tres euros de inversión directa del Ayuntamiento es destinado a la mejora de respuesta térmica y de accesibilidad en colegios.
Repensar una educación sin brechas
Esta crisis ha puesto de manifiesto la brecha social y digital, que afectan mucho al ámbito educativo. Hace tres semanas la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Jaén denunciaba que 4 de cada 10 familias no podían estudiar online por falta de medios.
Andalucía cuenta con una red de 800 centros de acceso público a internet para las pequeñas localidades, tratando de minimizar la brecha digital entre lo urbano y lo rural; además, la Junta acaba de repartir 7.400 tablets a los alumnos de zonas más desfavorecidas.
Pero habilitar los medios, no significa que tengamos la solución. El papel de la educación telemática plantea serias dudas.
Los alumnos de familias desestructuradas o sin recursos, eran compensados en la escuela", explica la también redactora de la reforma educativa de la LOGSE en los 90, "pero internet no garantiza que reciban esa influencia integradora de la escuela, que no la da solo el profesorado, sino los compañeros y el resto de comunidad educativa".
El alumnado más vulnerable
La cuestión de la inclusión tiene otra arista más: los más de 37 mil alumnos de los Centros de Educación Especial en España. La mayoría de ellos, de nuevo en Andalucía (28%), seguidos de Cataluña y Madrid y en una amplia mayoría, dentro del sistema de educación pública (según datos del Ministerio de Educación).
Los retos de la educación postcovid deberían empezar a resolverse desde las carencias del actual sistema. Por cierto, si se han preguntado ¿qué pasará con la conciliación laboral y la ausencia de clases?, esta es una cuestión que trasciende el ámbito educativo, porque como señalan todos los consultados, el colegio no es un mero parking de niños.