"El contexto actual implica un reto, no solo para los proyectos en la industria del petróleo en México, sino para todos los proyectos a nivel global, tal como se ha estado observando alrededor del mundo por parte de las diferentes empresas que participan en la industria", dijo a Sputnik Alejandro Montufar Helu, economista por el Instituto Tecnológico Autónomo de México, y director ejecutivo de PETRO Intelligence.
El analista de la firma orientada al mercado de gasolinas señala que "hay claras restricciones de costos, en cuanto a las tecnologías a utilizar para los proyectos, que cobran importancia conforme se modifica el nivel vigente de precios", en el mercado mundial energético.
Montufar Helu, quien durante casi tres años se desempeñó en la estatal Comisión Reguladora de Energía en puestos directivos de análisis económico, tarifas y regulación, explica que "el éxito de muchos proyectos está sujeto al precio del bien producido", en otras palabras del crudo y las gasolinas.
El especialista estima que "este objetivo es loable".
No obstante, "las condiciones actuales son un reto para lograrlo, ya que los precios internacionales están en niveles muy bajos" y la estatal Petróleos mexicanos (Pemex) sigue batallando por "mejorar su productividad y eficiencia", acota.
Además, la refinería de Dos Bocas que se construye con una inversión de unos 8.000 millones de dólares, está todavía en desarrollo, y se desconoce su grado de eficiencia operativa.
Impacto en finanzas públicas
Esa incertidumbre "no quiere decir que la refinería de Dos Bocas sea una mala idea, en el largo plazo", aclara el analista.
Su éxito radicará en su estructura de costos y acaso en una unidad administrativa independiente.
Pero la discusión sobre su viabilidad llegó en un marco de escasez de recursos y urgencia, ante la crisis por la pandemia de COVID-19.
La industria petrolera redujo su papel en la economía mexicana a la mitad en una década, 4%, lejos del siglo XX, cuando fue más del 80%.
El impacto de disminuir la exportación de crudo quedó claro en la reciente negativa gubernamental a reducir la producción mexicana, como solicitaba la Organización de Países Exportadores de Petróleo y aliados (OPEP+).
Sin embargo, el Gobierno "deja de lado o subestima la conveniencia de importar gasolinas y derivados" del mercado energético más barato del mundo: el sur de EEUU.
La oportunidad de adquirir ahora un producto muy barato, depende de la capacidad de almacenamiento durante la sobreproducción y falta de demanda.
Buques flotando repletos de crudo y tanques rebalsando ilustran esa dificultad.
Implicaciones del plan
La experta en derecho energético internacional Elvira Macín, con una década de experiencia como consultora jurídica de firmas del sector energético internacional, dijo a Sputnik que las implicaciones de este plan "pueden derivar en nuevos impuestos que reemplacen las pérdidas de ingresos fiscales" por la anulación de las exportaciones petroleras.
Pero más de la mitad de la producción mexicana son crudos pesados, sulfurosos y con otras impurezas.
"Si no llegara a haber suficiente crudo ligero para cubrir la demanda para refinación, se tendría que importar", explica la analista, posgraduada en políticas públicas por la Universidad de Edimburgo.
Si la estrategia se enfoca en la refinación y no se invierte en exploración y producción, "a mediano y largo plazo Pemex tendrá que importar crudo", pronostica.
Una estrategia energética rentable "debe estar diversificada", y es dudoso si habrá recursos para reconfigurar seis refinerías y construir una nueva en Dos Bocas en plena crisis mundial.
"Para que la refinación sea rentable requerirá eficiencia, tecnología y buena gestión, inversión suficiente, hoy desconocemos si la tendremos", advierte la experta.
También hará falta ampliar y modernizar toda la infraestructura de refinación: terminales de almacenamiento y reparto, puertos marítimos, ductos, carros tanques, buques tanqueros, entre muchos otros.
Finalmente, Macín explica que la principal fuente de producción mexicana de crudo está en la Sonda de Campeche, en aguas someras del Golfo de México.
Se necesitará entonces invertir mucho en tecnología, para lograr la capacidad de desulfurar en forma eficiente ese crudo y sus derivados.
"De lo contrario, se afectaría el rendimiento de los catalizadores y los gases de combustión generarían daños ambientales", alerta.
En suma, México no produce el tipo de crudo adecuado para refinación, por eso resultaba más rentable importar las gasolinas de Texas.
En 2015 eso fue evidente: para alimentar sus refinerías Pemex tuvo que acordar un intercambio de 100.000 barriles diarios de petróleo ligero de EEUU por crudo pesado mexicano.