El apoyo de Bernie Sanders a Joe Biden fue subrayado por el senador independiente como un intento de derrotar "al presidente más peligroso de la historia de nuestro país". Ese implícito "todo menos Trump" puede interpretarse también como "cualquier cosa antes que Trump", algo más peyorativo hacia el exvicepresidente de Barack Obama.
Con la guerra de propaganda electoral congelada a causa del virus, Biden cuenta con menos posibilidades de alzar su voz. No hay desplazamientos, ni mítines, ni cenas de gala para obtener dinero. Confinado en la planta baja de su casa, convertida en estudio de televisión, el candidato demócrata no puede disfrutar del foco de la actualidad del que, por su cargo, goza el presidente.
"Que Biden no hable mucho"
Ahora bien, ¿no es eso quizá una ventaja? Muchos demócratas piensan que Joe Biden (77 años) es una máquina de meteduras de pata y de pifias en directo. La prensa conservadora recuerda algunos de sus principales errores: confundir a Margaret Thatcher con Theresa May; decir que Kennedy y Martin Luther King fueron asesinados "a finales de los 70"; confundirse sobre la ciudad o el Estado que visitaba. El propio Obama subrayaba que Biden tenía "una gran propensión a decir tonterías".
Las esperanzas demócratas, más que en su propio candidato, están puestas en los errores que pueda cometer Trump en la lucha contra la epidemia y las consecuencias económicas que se deriven. Y en esa tesitura, conviene dejar en manos de la prensa "progresista", es decir el Washingron Post, el New York Times y la CNN —como arietes principales— el peso de la guerra mediático-política contra el actual dueño de la Casa Blanca.
La izquierda anti-Biden
En sus raras apariciones televisivas, Biden ha aprovechado para intentar ganarse a los jóvenes que soñaban con un Sanders presidente. Ha prometido planes de acceso gratuitos a las universidades para estudiantes pobres o suprimir la deuda de estudios de los hijos de familias de clase media.
Biden denuncia las carencias en el sistema sanitario, pero nunca llegará a proponer una sanidad universal 'a la europea', como defendía Sanders. Demasiado radical para el estamento oficial demócrata y para muchos norteamericanos. Entre ellos, los hispanos eran los más favorables a esa medida, pero las primarias demócratas decidieron otra cosa.
Trump y el voto de los muertos por COVID-19
Donald Trump se la juega día a día apareciendo como el primer comandante al frente de la guerra contra el COVID-19. También tiene asesores que le sugieren mostrarse menos en público. Pero el dilema es complicado. Si frena la cadencia de ruedas de prensa y visitas, puede ser acusado de esconderse.
🇺🇸 El alcalde de Nueva York tachó la situacion de "desastre nacional" y anunció decomiciones de equipos médicos
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) April 4, 2020
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Las cifras de muertos y desempleados serán las que decidan su futuro más que la propia actividad de Biden de la que se espera poco cuando termine el confinamiento. Cuantas menos oportunidades tenga el candidato demócrata para hacer campaña mejor será para ese partido, piensan algunos de sus votantes.