En la capital de Rusia puedes respirar los cambios, la modernidad, el afán por mantener la imagen de una mega urbe reconocida por siglos, pero, sobre todo, te brinda la opción única de descubrir su mejor tesoro: los moscovitas.
Desandar sus calles es un reto que te permite entender los misterios de Moscú, mucho más allá de lo que se pueda leer, escuchar e incluso estudiar en los libros de historia.
Con sus casi 900 años tejiendo leyendas, la más importante ciudad rusa abre sus venas al visitante y se deja recorrer sin desespero, como quien siempre espera tu llegada, para regalarte la bienvenida a las márgenes del río Moscova.
🎥 🏡 La gran 'migración' de casas o cómo en la URSS movían edificios
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) August 14, 2019
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No quedan dudas que Moscú es un perenne espectáculo a la vista de quienes la visitan, ya sea si decides llegar a la Catedral de San Basilio, construida en el siglo XVI, y muy cerca de las murallas del Kremlin; o si te detienes frente a la catedral de Cristo Salvador, demolida en 1931 y devuelta al entorno histórico moscovita en la década de 1990, o simplemente si deambulas por la calle Arbat, una de las más antiguas de la capital rusa.
Ciudad acostumbrada a sacudirse las crisis, el Moscú de hoy sigue creciendo de las manos y el empeño de sus habitantes, y regala hospitalidad y calor humano a quienes lleguen a sus puertas.
Este cronista recorrió 9.582 kilómetros desde la calidez del Trópico caribeño, hasta el otoño ruso para ver y sentir de cerca a esta ciudad que, recordando el título de la memorable película de Vladímir Menshov, "no cree en lágrimas".