"La supervivencia de pueblos indígenas no contactados en la Amazonía brasileña peligra en estos momentos como consecuencia de los incendios que arrasan su selva. En la región oriental amazónica se han reportado incendios cerca de un área habitada por miembros no contactados de la tribu awá, el último reducto de selva que queda en la zona", dijo la ONG en un comunicado.
Según la organización, los madereros que comenzaron los incendios en esa área están armados e intentan impedir que los bomberos lleguen al lugar para combatir el fuego.
Según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales del Brasil (INPE), en lo que va del año se registraron 83.329 focos de incendios en todo el país y hasta julio la superficie quemada en la Amazonía, que sufre un incendio de gran proporción desde hace 24 días, era de 18.629 kilómetros cuadrados.
La selva amazónica cubre también áreas de Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador, Guyana, Guyana Francesa y Surinam con una extensión original de 6 millones de kilómetros cuadrados, de los cuales se ha perdido 1 millón debido a la deforestación, según el científico brasileño Carlos Nobre.
Survival International dijo también que en otra región de Brasil, la parte de la selva en que reside el pueblo indígena uru eu wau wau y otras tribus aisladas está siendo destruida y su reserva "lleva largo tiempo en el punto de mira de ganaderos y colonos".
"Estos incendios no son solamente una catástrofe medioambiental, sino que también son potencialmente genocidas. Al incitar a ganaderos y madereros a prender fuego a la selva, el presidente (Jair) Bolsonaro está firmando una declaración de muerte para los pueblos indígenas no contactados cuyos hogares están en llamas. Si su selva es destruida, no sobrevivirán", afirmó el director de la organización, Stephen Corry.
Bolsonaro, quien afirma que las protecciones ambientales en la selva son un obstáculo para el progreso, prohibió por 60 días las quemas intencionales en todo el país, mientras miles de soldados enviados por el Gobierno luchan contra las llamas.
El organismo de control ambiental del país, Ibama, ha visto reducido su personal y presupuesto desde que Bolsonaro asumió el 1 de enero, lo que dificulta el control de delitos cometidos en la selva, afirman ambientalistas.