Uno de los afortunados que han podido experimentar esta sensación es el periodista español Xavier Colás, quien compartió sus increíbles e hilarantes experiencias con Sputnik.
El interior de los trenes de Rusia, al igual que los de los países de la antigua URSS, tiene un aspecto bastante peculiar. Uno de los diseños más usados es el platzkart, un vagón de tercera clase que en esencia es un enorme espacio abierto.
"La primera vez que fui en platzkart fue a un lugar en medio de la nada, en el bosque, en Rusia, desde Moscú, cerca de la frontera con Letonia, a hacer un reportaje sobre osos. La vez que más me gustó fue cuando hice un Moscú-Kiev (…). La gente en el tren era muy maja, ofreciendo pechugas de pollo, croquetas, tortilla, vodka… Había muchísima camaradería", dijo.
El platzkart es el tipo de vagón más común en el espacio postsoviético. A diferencia del cupé, el platzkart carece de puertas. Este espacio abierto se divide en 'huecos', según los describe el propio periodista. Esta es la razón por la que el ambiente dentro del vagón es tan especial, tan amistoso.
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Otro trayecto en platzkart que realizó Colás fue un Moscú-San Petersburgo. Según recordó, estaba muy por encima del resto en términos de comodidad.
Recuerdos imborrables
En ese momento, alguien en el vagón se dio cuenta y empezó a llamarle la atención. Entonces Colás vio salir a una chica de la oscuridad pero, como no había ninguna pasajera en su 'hueco', esto confirmó que se había equivocado de lugar. Dio la casualidad de que la chica hablaba español y al verle hablar ruso con dificultad, le preguntó de dónde era.
La joven hizo de intérprete. De esta manera, todos se convencieron de que el periodista no era un ladrón, sino que simplemente se había confundido.
"La chica resultó ser profesora de yoga en Briansk y ahora es una de las estrellas del circo en Sochi. Creo que es acróbata o bailarina. Siempre te puedes encontrar a gente interesante en platzkart", dijo.
Otra historia extraordinaria le pasó durante un viaje en tren desde Kiev a Sloviansk (Ucrania). En un momento dado, una mujer que viajaba con su marido estaba en el pasillo, y ella intentó trepar hacia la litera, pero apoyándose en la mesita.
La mesita se rompió y ella se cayó hacia atrás. Colás reaccionó saltando e intentando pararla para que no chocase contra el suelo.
"Pero claro, la tuve que agarrar con una mano en la espalda y la otra se la puse en el culo, en el glúteo derecho, si no recuerdo mal. Justo en ese momento, cuando yo la estaba sosteniendo por el culo, fue cuando entró el marido de repente y dijo que qué estaba pasando allí. Tuve que explicarle que su mujer se estaba cayendo y por eso la había tenido que agarrar", contó con un toque humorístico.
Necesidad o afición
"A mí me gusta bastante viajar en tren en general. En comparación con los trenes españoles, lo que ocurre es que ahora las líneas más populares en España se han ido transformando en líneas de alta velocidad. Ahora es más difícil que te toque un tren que no sea de alta velocidad", lamentó el reportero.
Para el corresponsal de El Mundo, las diferencias en el ambiente entre los trenes de Rusia y España radican principalmente en el comportamiento de los propios pasajeros.
"Las diferencias probablemente sean que, aunque hay bastante actividad en los trenes rusos, la gente tiene el civismo de hablar más bajito. En cambio, en España la gente habla bastante alto, incluso aunque los trayectos sean por la noche (…). Los rusos tienen esa virtud de ser más silenciosos que los españoles", señaló.
Colás todavía no ha cumplido su sueño de hacer el Transiberiano, si bien le encantaría. Además, su padre es un apasionado de Rusia y en varias ocasiones le ha propuesto hacer con él el recorrido.
Respecto al nuevo diseño del platzkart, que ha sido presentado por la megaempresa estatal Ferrocarriles de Rusia, el periodista subrayó que ya había visto las fotos y le parecieron una solución "bastante futurista, pero con un toque propio ruso".
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No obstante, puso en duda que el concepto de platzkart necesite tantos cambios como los diseñadores pretenden introducir.
"Lo poco que necesitaría es que todos los materiales, y las camas, sean un poco más nuevos. No creo que haga falta darle la vuelta al concepto. Creo que está muy bien como está. Cumple con su función y, para el que no le guste, siempre está el avión", concluyó.