Turquía acusó en numerosas ocasiones a EEUU, Francia y otros países de la OTAN de estar apoyando a las fuerzas de autodefensa kurdas, a las que Ankara califica como organización terrorista vinculada con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) prohibido en Turquía.
Las discordias aumentaron después de que los Libertadores de Al Raqa intentaran minimizar la influencia kurda en la ciudad, atraer a su lado a otros grupos árabes y engrosar sus filas con la juventud local.
Los kurdos lograron recibir refuerzos, cercaron el estado mayor de los Libertadores de Al Raqa y varios barrios de la ciudad.
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Paralelamente en Al Raqa estallaron protestas cuyos participantes exigieron retirar de la ciudad a los kurdos apoyados por EEUU y demandaron de las propias fuerzas de autodefensa kurdas que cesen la ocupación de las tierras sirias pobladas por los árabes.
El subsecretario general de la ONU para asuntos humanitarios, Mark Lowcock, constató que hasta un 80% de las viviendas de Al Raqa estaban destruidas y dañadas en el momento en que la coalición dio por concluida su operación.