Lo que para los muertos vivos podría ser un buffet, para los humanos es un museo. Y no cualquier museo, uno único en el mundo. "Ninguno de todos los que visité en Europa tiene la cantidad de cerebros con enfermedades como los que exhibimos en el Museo de Neuropatología del Perú", dijo a Sputnik la doctora Diana Rivas, directora de la institución.
El recorrido consiste en tres etapas. En la primera, en un salón de 20 metros cuadrados, hay cerebros sanos. La siguiente parada, un espacio de aproximadamente la misma dimensión que el anterior, se exhiben fetos con malformaciones del sistema nervioso central. Y por último, en el salón principal se pueden ver malformaciones congénitas, múltiples lesiones, infecciones y tumores del sistema nervioso central.
"Muchos nos preguntan cómo es el cerebro de un esquizofrénico. Esto no es algo que se pueda ver. Sin embargo tenemos ‘el cerebro estrella', uno que tiene más de 2.000 quistes. Pertenecía a una niña de 17 años que fue al odontólogo. Éste le dijo que debía ponerse una inyección con antibióticos para curar la infección que tenía en la boca pero ella se negó por miedo a la aguja. La infracción avanzó y una porción de pus pasó por los vasos sanguíneos y se alojó en cerebro", indicó la directora.
"Algunos de los cerebros en exhibición están aquí por infecciones provocadas por toxoplasmosis, un parásito que se aloja en el intestino de los gatos. Se les explica a los jóvenes que no hay que recoger con la mano la deposición de los gatos. Se les muestra en el cerebro las lesiones que provoca esta enfermedad. Lo que se trata es de prevenir", explicó.
El museo recibe sus piezas del hospital. Se solicita a los familiares de los pacientes que fallecen una autorización para que el cerebro sea utilizado para docencia. En la colección hay piezas raras como cerebros que contrajeron la enfermedad de las vacas locas. En Perú esta afección acomete a una persona "cada 50 millones de habitantes por año", según Rivas. "Sin embargo contamos con un par de estos órganos", concluyó.