Ivo Osmari, fundador del grupo Legado Artístico —‘Kulturelle Erben‘ en alemán—, ha reconocido que la iniciativa surgió como una idea espontánea.
Los vecinos del barrio Kreuzberg de Berlín se dirigieron a unos artistas locales para que les enseñaran a quitar las esvásticas de los muros de los jardines de infancia y patios de recreo. En vez de simplemente eliminarlos, los artistas buscaron simbología nazi en su propio barrio y en toda la ciudad para transformarla en unos grafitis ‘kawaii'.
"Decidimos inventar figuras que fueran fáciles de imitar por aficionados para que la idea se difundiera más rápido. Lo que de veras nos importa es que se haga popular la iniciativa, y no nuestros nombres", ha explicado Ivo.
En la mayoría de los casos, es fácil, ha asegurado, obtener el permiso de los propietarios de edificios ensuciados con esvásticas, en tanto que los grafitis son una alternativa más rápida a las tareas de limpieza realizadas por el municipio. Sin embargo, a veces hay que superar perjuicios ‘estéticos'.
"Para algunos los grafitis y las esvásticas son lo mismo. Aquella gente es como si viviera en otro mundo, no en la Alemania de 2016".
En unos tiempos en los que la obra ‘Mein Kampf' de Adolf Hitler está en las listas de ventas de libros en Alemania, la misión del Legado Artístico es más actual que nunca.
Lógicamente, los artistas trabajan en los barrios en los que "operan" los grupos de extra derecha.
"A menudo aparecen grupos de aspecto poco amistoso. Pero no nos molestan. Nuestra conciencia está tranquila. Y quienes pretendan defender una esvástica dibujada, deberían explicar públicamente lo que estamos haciendo mal. Pero para eso no tienen huevos".