"El pececillo ayuda contra la proliferación del mosquito, al ser un devorador de sus larvas, pudiendo acabar con generaciones enteras del mosquito", explicó el coordinador de Vigilancia Ambiental en Salud, Marcus Vinicius Ferreira, quien explicó que "en el pasado la ciudad de Río contribuía con un 55 por ciento de los casos y en la actualidad apenas suponen el 25 por ciento, aunque la población siga creciendo".
Otra de las armas que se reserva la ciudad para combatir al temible Aedes Aegypti es precisamente el Aedes Aegypti, mosquitos desarrollados por la Fundación Oswaldo Cruz de Río de Janeiro que están modificados para albergar en su organismo la bacteria Wolbachia, la cual actúa evitando el desarrollo del virus del dengue en los mosquitos y reduciendo la longevidad de los mismos que, al reproducirse con sus congéneres, dan lugar a mosquitos "antidengue".
Otra posibilidad sería la de la utilización de mosquitos modificados genéticamente desarrollados por la empresa británica Oxitec, con instalaciones en Sao Paulo capaces de generar 2 millones de ejemplares por semana, y que ya han sido probados con éxito por la Universidad de Sao Paulo (USP) en las ciudades de Juazeiro y Jacobina, en el estado de Bahía, consiguiendo suprimir a la población de mosquito local en un 90 por ciento.