El jurado, presidido por el académico Víctor García de la Concha, destaca la "trayectoria ejemplar en el ámbito de las humanidades" de este pensador de relevancia internacional.
Perfil biográfico del filósofo y académico Emilio Lledó, Premio Princesa de Asturias. http://t.co/7KQffIlFxi | pic.twitter.com/h5RhfuQJVn
— RAE (@RAEinforma) May 20, 2015
"Lledó concibe la Filosofía como meditación sobre el lenguaje y subraya la tendencia natural del ser humano hacia la comunicación. De este modo, hace suya la razón ilustrada a través de un diálogo que impulsa la convivencia en libertad y democracia", concluye el acta del jurado reunido en Oviedo, la capital de Asturias.
El jurado se decantó finalmente por Lledó frente al historiador mexicano Miguel León-Portilla.
A este prestigioso premio se habían presentado 28 candidaturas, entre ellas las del fotógrafo de guerra norteamericano James Nachtwey y la periodista británica de origen iraní Christiane Amanpour, corresponsal jefa de internacional de la cadena estadounidense CNN.
Lledó (Sevilla, 1927), uno de los grandes ensayistas europeos, ha desempeñado "un importante papel en la recuperación de la filosofía griega y el Helenismo en España" y ha contribuido "al desarrollo de la hermenéutica en el panorama de la filosofía española contemporánea", según la nota hecha pública por la institución.
Autor de más de un centenar de trabajos de investigación, Lledó ha publicado artículos en las más prestigiosas revistas filosóficas internacionales y ha escrito alrededor de veinte obras.
Entre su obra destaca El silencio de la escritura (1981), por el que en 1992 obtuvo el Premio Nacional de Ensayo; Memoria de la ética (1995); Lenguaje e historia (1996); El epicureísmo (2003); Elogio de la infelicidad (2006); Filosofía y lenguaje (2008); Ensayos para una educación democrática (2009), El origen del diálogo y de la ética. Una introducción al pensamiento de Platón y Aristóteles (2011) y Los libros y la libertad (2013).
El filósofo se encuentra ahora trabajando en un ensayo sobre los afectos.
"Me gustaría poder aportar algo nuevo aunque sea pequeñísimo. Los afectos no tienen una gramática como la Filología, pero eso le da fuerza y libertad. Habría que pensar en una gramática de los afectos para que el amor no se convierta en odio o la amistad en enemistad. El principio de las relaciones afectivas que tengamos empieza con la relación afectiva con nosotros mismos. Y esto te obliga a mejorarte, luchar para mirarte en el espejo y no avergonzarte", concluye.