"China continuará el acercamiento militar en la defensa nacional. No buscaremos las frecuentes amenazas de uso militar o demostraciones de poderío militar en el vecindario ajeno", dijo Xi en una más que aparente alusión a EEUU.
Añadió que "esas demostraciones no reflejan una fuerza real y no servirán para disuadir a nadie".
Pekín lamentó en varias ocasiones los vuelos de aviones estadounidenses sobre los territorios que considera propios y los expertos temen que cualquier chispa pueda desembocar en un conflicto serio.
El presidente pronunció un discurso inusualmente inclinado hacia la política exterior y en el que también incluyó referencias a los países vecinos con los que acumula conflictos territoriales.
"China no codicia los intereses del resto de países pero nunca desistirá de sus legítimos derechos", agregó Xi en el Gran Salón del Pueblo situado al oeste de la Plaza de Tiananmén.
Los expertos vaticinan que la decisión será contraria a Pekín y ésta ya adelantó que no la cumplirá.
"El resto de naciones no pueden esperar que regateemos sobre nuestros intereses o tendrán que soportar las consecuencias por socavar nuestros intereses sobre soberanía, seguridad y desarrollo", señaló.
En clave interna, Xi subrayó la necesidad de seguir confiando en el partido para llevar el timón del país y se refirió a la lucha contra la corrupción como el "mayor problema" que afronta el Gobierno.