"Es absolutamente obvio que las autoridades ucranianas lo hicieron buscando mejorar de alguna forma en intención de voto de cara a las próximas elecciones presidenciales de 2019", indicó en una entrevista con el diario Izvestia.
"Esto solo dispara las tensiones, sigue aumentando la división y la violencia, que entraña consecuencias impredecibles", advirtió el diplomático.
A este respecto, Karasin recordó las amenazas de Kiev de lograr una "ruptura civilizacional" con Moscú.
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"Nosotros en cambio partimos de lo opuesto: ningún político, incluidos los más apasionados, conseguirán destruir los lazos espirituales, históricos, de consanguinidad, humanitarios y culturales que unen los pueblos ruso y ucraniano", aseveró.
Ambos países, prosiguió, "están abocados a vivir como buenos vecinos, la historia no termina hoy".
Este acuerdo fue firmado en 1997 y entró en vigor en 1999 por un plazo de 10 años, con una prolongación automática a menos que una de las partes exprese su deseo de rescindirlo.
Moscú lamentó la ruptura por Kiev del tratado de amistad y catalogó como un paso destructivo esta medida del actual Gobierno ucraniano.