El sábado 16 de julio, unas horas después de la intentona, las autoridades desconectaron y clausuraron la base militar de Incirlik. Además, fueron suspendidas todas las operaciones aéreas, ya que Ankara impuso una zona de exclusión aérea en todo el país para los aviones militares. El domingo, el jefe de la base, el coronel Bekir Ercan Van, fue detenido por su presunta colaboración en la tentativa.
A mediados de los años sesenta, más de 7.000 armas nucleares estadounidenses fueron instaladas en Europa del Oeste, Grecia y Turquía. Sin embargo, en el mantenimiento, transporte y almacenamiento de las armas tomó parte el personal de otros países, lo que suscitó temores de que pudieran ser robadas o utilizadas por los aliados de la OTAN. Posteriormente, se decidió instalar dentro de las bombas los interruptores codificados capaces de bloquear la explosión en caso de introducir un código erróneo.
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La noche del 15 de julio, el Estado Mayor General de Turquía declaró haber tomado el poder en el país y anunció la destitución de los dirigentes actuales. Las autoridades otomanas calificaron los disturbios como un golpe de Estado organizado por un pequeño grupo de militares. El golpe se saldó con más de 290 muertos y unos 1.500 heridos, según los últimos datos oficiales. Las autoridades de Turquía acusaron al líder de la Alianza por los Valores Compartidos, Fethullah Gulen, exiliado en EEUU, de haber organizado el intento.