Cuando el escualo atacó, la salud del cetáceo era precaria porque previamente se había quedado enredado en sedal de pesca desecho.
El biólogo marino Ryan Johnson explicó que el tiburón fue "muy estratégico" a la hora de intentar de imponerse a su rival exhausto. Sabía exactamente cómo cazarlo, señaló.
El tiburón logró abrir una arteria en la cola de la ballena y luego esperó, observando a su presa durante unos 30 minutos. Posteriormente volvió a atacar su cabeza hasta que la ballena se ahogó.
"Si bien su peso era solo una fracción del de la víctima, intentó darle la vuelta, tirando de ella hacia abajo para conseguir que su fosa nasal quedase sumergida bajo el agua, aparentemente para intentar ahogarla. Consiguió hundirla y la ballena nunca volvió a subir", agregó.