De cerca de la costa de la provincia andaluza de Málaga, en España, llegan imágenes que le hielan a uno la sangre.
Un hombre comprueba cómo la amenazante aleta de un tiburón se va acercando cada vez más a él, pero permanece en su sitio.
Y es que se trata de un tiburón peregrino, nada menos que el segundo pez más grande del mundo tras el tiburón ballena, que llega a medir 10 metros y a pesar cuatro toneladas. A pesar de su intimidante apariencia, estos tiburones son inofensivos para los seres humanos, a los que no suelen prestar atención aunque se encuentren a palmos de distancia.
Sea como sea, lo cierto es que hay que tener una buena dosis de coraje y sangre fría para ser capaz de seguir flotando con toda la tranquilidad del mundo y no salir despavorido ante la presencia de semejante bestia marina.