Pese a que ya estaba derribado en el agua y cercado de leones que le mordían, el antílope logró pararse y enfrentarse a los felinos durante unos segundos. Su valentía, sin embargo, no le permitió escapar y no convertirse en la comida de la manada.
Una vez muerto el antílope, un cocodrilo se acercó a la manada, atraído por la sangre del animal muerto. Los felinos, por su parte, no estaban dispuestos a compartir su presa y rápidamente se encargaron de ahuyentar al reptil.