No solo no tienen miedo de ella, sino que se acercan a la submarinista y se quedan bien quietos mientras Zenato los acaricia. Parecen disfrutar de este poco convencional masaje con mucho gusto. No son uno, ni dos ni tres: son más de una docena de escualos nadando a su alrededor.
Te puede interesar: La encarnizada batalla entre un león marino y un tiburón
Eso sí, Zenato lo hace llevando una malla metálica. Por si acaso, que nunca se sabe.