Ryan Jenkins, un carpintero, fue quien grabó la pelea. Explica que se toparon con los felinos en plena carretera y que al principio pensaron que se trataba de una lucha encarnizada entre un leopardo y un impala. Al cabo de unos segundos se dieron cuenta de que se trataba de dos depredadores y que uno de ellos, el más pequeño, sucumbía ante el otro.
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Jenkins y su familia pensaron que estaban jugando, pero en un momento dado vieron cómo el leopardo grande clavaba sus colmillos en la garganta del más joven. "Incluso pudimos oír cómo el cráneo se quebraba", explican. Una demostración de fuerza y de cómo la naturaleza sigue su curso.