Este incidente se produjo el 12 de octubre cuando la tormenta Callum, con vientos de más de 120 km/h, azotó el Reino Unido. Afortunadamente, los pilotos lograron hacer aterrizar la aeronave con seguridad al apuntar el morro en dirección al viento. Aquel día, más de nueve vuelos fueron desviados del aeropuerto mientras que la tormenta derramaba toda su furia sobre la ciudad británica.
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