La competición, que se remonta a 1984, reúne a decenas de personas en esta pequeña localidad. El objetivo es sacar a cuantos más gusanos, mejor.
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Para conseguirlo vale casi todo: dar pisotones sobre la tierra, regarla con cerveza, con agua, usar rastrillos, tocar música… Los pisotones generan vibraciones en la superficie, lo que contribuye a que los gusanos, los verdaderos protagonistas, asomen la cabeza. Y cuando salen, la diversión está asegurada.