Los fuegos artificiales fueron capturados por las autoridades federales y destruidos tras una orden judicial. Los escuadrones antibomba de varias agencias policiales del estado de Texas estuvieron presentes para ayudar en el control de la explosión.
El Departamento de Policía de Midland informó que las explosiones tuvieron lugar solamente durante el día, pues "no estaban destinadas a ser un espectáculo".