Estos aviones, los más grandes y veloces de su clase, superaron una distancia de unos 11.000 kilómetros desde Rusia hasta el aeródromo militar sudafricano de Waterkloof. El vuelo duró unas 13 horas y en su transcurso se llevó a cabo un repostaje aéreo, tal y como lo demostró en su vídeo el Ministerio de Defensa de Rusia.
Aunque todas las miradas fueron acaparadas por el enorme bombardero supersónico, también arribó el An-124: el avión de transporte más grande del mundo entre los que se fabrican en serie.
Una misión similar fue llevada a cabo por la Fuerza Aeroespacial de Rusia en 2018, cuando otros dos bombarderos Tu-160 volaron a Venezuela para reforzar la cooperación militar entre los dos países.