A diferencia de la mayoría de los fabricantes de teléfonos en Occidente, los fabricantes chinos no tienen que pagar concesiones de propiedad intelectual a su gobierno cuando venden sus productos en el mercado local. Para el director del Instituto de Tecnología y Sociedad de Río de Janeiro, Ronaldo Remos, "los teléfonos chinos serán los reyes".
"En 2030, las marcas de teléfonos móviles más famosas del mundo serán chinas y ejecutarán sus propios sistemas operativos, reduciendo a la mitad la cuota de mercado Android", augura Lemos en una entrevista a technologyreview.es.
Otro de los temas más discutidos por los expertos del Foro Davos, las multinacionales cada vez apuestan más por África para impulsar su inteligencia artificial (IA). En 2018, Google anunció que abriría un centro de investigación artificial en Ghana y algunos teóricos como el matemático francés Cédric Villani adelantaron que el continente podría convertirse en el "ecosistema de la inteligencia artificial".
En la entrevista a technologyreview.es, varios expertos han expresado su opinión sobre las cosas que sucederán en los próximos diez años. Así, Wanuri Kahiu, escritora y cineasta de ciencia ficción, ha asegurado que existe un gran potencial para que las aplicaciones que utilizan este tipo de inteligencia ayuden a África a lidiar con los problemas africanos.
"Así como Kenia fue el lugar donde las tecnologías de pago digital despegron, creo que eso se convertiría en un campo de pruebas para estudiar cómo las personas interactúan con la IA", dice la escritora africana.
En la misma línea, el abogado y asesor Zachary Bogue cree que la IA y el aumento de la potencia informática permite modelar y diseñar rutas metabólicas en el terreno de la biología.
"Las plantas de ingeniería genética para sintetizar compuestos químicos abren un espacio de diseño exponencialmente más grande que el petróleo, para crear materiales que nos permitan vivir de manera más sostenible", sostiene Bogue.
Asimismo, el académico americano Erik Brynjolfsson, piensa que la IA aumentará sustancialmente la productividad: "El aprendizaje automático ha avanzado muchísimo en la última década, pero el crecimiento de la productividad de Estados Unido ha disminuido un 50% desde 2004". De hecho, explica que "se necesitan inversiones en las nuevas habilidades y negocios que estén dispuestos a repensar fundamentalmente sus cadenas de suministro, sus relaciones con los clientes y los tipos de productos y servicios que ofrecen. Mientras lo hagan, el aumento de la productividad vendrá de la esfera online".
Para la secretaria general de la Confederación Sindical Internacional, Sharan Burrow en Australia, la impresión 3D, la automatización y la robótica provocarán una localización masiva de la fabricación: "La producción se volverá más local y los esfuerzos para reducir la huella de carbono cambiarán los patrones de consumo".
"Las cadenas de suministro en las que se basa el comercio mundial, por deshumanizadoras y explotadoras que sean actualmente, desaparecerán en gran parte de los países más vulnerables, creando la posibilidad de estados fallidos y una pobreza aún más desesperante", concluye Borrow.
Otros expertos como Michael Casey consideran que el dólar dejará de ser la moneda de reserva mundial debido a la irrupción de las monedas digitales con las que se podrá acordar una tasa y mantener un pago sin necesidad de protegerlas contra las fluctuaciones del tipo de cambio. La australiana Genevieve Bell en cambio, cree que las infraestructuras del siglo XXI serán mucho más frágiles de lo que se imagina la sociedad debido a la fragilidad de los sistemas que heredamos en el siglo anterior.