El nuevo aparato no tripulado, llamado Sová —Búho, en ruso—, es capaz de mantenerse en el aire por un tiempo indefinido, alimentándose tan solo de energía solar y utilizando las corrientes de aire.
Las pruebas del primer prototipo del Sová arrancaron en agosto de 2016 y la empresa productora del dron, la compañía rusa Tiber, informó de que el Ministerio de Defensa del país eslavo estaba interesado en hacerse con el dron una vez haya pasado por todas las pruebas pertinentes.
El Sová —calificado también como un 'pseudosatélite'— puede alcanzar la nada desdeñable altura de 20 kilómetros, lo que lo mantiene a salvo, sobre todo, de cualquier fenómeno natural adverso.
El dron vuela de forma automática, pero el operador del aparato puede ordenar el aterrizaje de la aeronave para someterla a labores de mantenimiento o sustituir alguno de los equipos a bordo.
Las tareas realizadas por el Sová coinciden con las propias de los satélites espaciales de monitoreo y comunicaciones colocados en la baja órbita terrestre. El aparato se encargará de retransmitir señales en zonas de difícil acceso, como las regiones del Ártico o en alta mar, y será incomparablemente más barato que un satélite tradicional.
El Sová es el primer dron de este tipo diseñado en Rusia. A nivel internacional, el proyecto Aquila de Facebook, y las aeronaves Zephyr y Solara también han avanzado en la misma dirección.