Los acontecimientos del dibujo animado, creado por el cineasta soviético Anatoli Petrov, tienen lugar en una isla remota. Un equipo militar está terminando los preparativos para una serie de pruebas de armas, cortando palmeras, nivelando arena y expulsando a los nativos de sus hogares.
Luego aparece el arma para las pruebas —un tanque gigante—. Un profesor vestido de blanco coloca su mano sobre el blindaje del vehículo y los recuerdos se apoderan de él.
Una versión más joven del protagonista mira cómo su hijo corre hacia él desde la casa de la familia. El profesor recoge al niño lanzándolo al aire después de lo cual el pequeño se convierte en un soldado que salta en paracaídas a la Tierra. Las balas rasgan su paracaídas y su destino permanece incierto, mientras volvemos a la isla.
"Mañana llegará el comité", dice tristemente el profesor.
"El enemigo conduce los movimientos del tanque sin darse cuenta", explica el profesor al comité recién llegado.
Además, apunta que el tanque está equipado con un "impulso de miedo" o la capacidad de detectar y responder de manera violenta a cualquier deseo de destruir.
"El enemigo, temiendo su destrucción, comunicará a la maquina sus puntos débiles y vulnerabilidades, provocando que el tanque lance un ataque anticipado", agrega el profesor.
"Si, esto es guerra. ¿Le gusta luchar? ¿Le gusta mi nueva arma? La probará en sí mismo. Trate de no pensar en el peligro —el tanque leerá sus pensamientos—. Yo no tengo nada que temer —no tengo a nadie en esta tierra", responde el profesor.
No obstante, ninguno de los miembros del comité logra evitar pensar en el peligro, y el tanque los elimina a todos, uno tras otro. Un oficial intenta controlar sus pensamientos y casi sobrevive, pero finalmente el miedo domina su control, sellando su destino. El profesor se acerca al oficial moribundo quien pide ayuda y le entrega la medalla póstuma de su hijo.
En la siguiente escena, el profesor imagina que le dice a su hijo que había vengado su muerte, pero reconoce que el miedo y la incertidumbre habían entrado en su mente. El tanque detecta su temor y se prepara para atacar.
En el siglo XXI hay intensos debates sobre si los seres humanos deberían ceder la toma de decisiones en los escenarios de guerra a los sistemas de inteligencia artificial. Según los expertos del Future of Life Institute (Instituto del Futuro de la Vida), los sistemas de AI están programados para algo devastador y podrían fácilmente causar numerosas víctimas si caen en manos de una persona equivocada.
A pesar de las ansiedades y el potencial amenazador de tales aspiraciones, los militares de todo el mundo, sin embargo, están invirtiendo miles de millones al año en el desarrollo de la robótica militar y sistemas autónomas de AI para usarlos en la guerra.