La ciencia moderna nos permite hablar de la aparición masiva de robots humanoides en nuestras vidas en un futuro relativamente próximo. Sin embargo, en su popularización puede surgir un obstáculo inesperado.
En 1970, Masahiro Mori desarrolló un concepto llamado 'valle inquietante'. Según el científico japonés, cuanto más tratemos de hacer que los robots se parezcan a la gente, más rechazo van a causar entre la población.
El especialista en robótica explica que tras un aumento paulatino del interés y la simpatía, a medida que va creciendo la semejanza del robot con el ser humano, llega un punto en el que en los humanos se produce un brusco cambio: este punto es el llamado 'valle inquietante'.
¿Cómo se manifiesta el 'valle inquietante'? Ante todo, en la expresión facial: cuanto más inmóvil es la cara, peor es la percepción por parte de las personas. La situación empeora cuando el habla y los movimientos son antinaturales —en particular, un tono 'incorrecto' de la voz, una velocidad de articulación de las palabras lenta y la falta de emociones—, así como la sincronización inexacta de los movimientos de los labios y el sonido, explica el autor del artículo.
Además del concepto de Mori existen otras teorías, como la de la percepción de amenaza por parte del robot y la teoría de la incapacidad de empatía, que habla de una sensación de incertidumbre en la interacción, que causa miedo. 'La teoría de los psicópatas' explica que no tenemos miedo de que nosotros no seamos capaces de empatizar, sino de que el robot humanoide sea incapaz de hacerlo, por lo tanto, lo percibimos como si fuera un psicópata.
Los monstruos de Frankenstein
En el siglo XXI, las predicciones de Mori son un quebradero de cabeza no solo para los especialistas en robótica, sino también para el sector de la animación: los intentos de lograr el máximo de realismo para la completa identificación con los personajes conducen, paradójicamente, a un efecto contrario.
Sin embargo, no todos en el sector de la animación están sufriendo esta 'lucha' contra el fenómeno: algunos simplemente se dedican a la animación de terror, señala Alexandr Manáenkov.
¿Espejismo o pesadilla eterna?
Asimismo, muchos científicos destacan que el fenómeno es multifactorial, es decir, no existe un único 'valle inquietante', sino un abanico de efectos diferentes. Además, resulta complicado determinar en qué punto de semejanza con el ser humano surge el 'valle inquietante'.
A menudo, los especialistas reconocen la existencia del efecto, pero lo consideran temporal y opinan que, al pasar un par de docenas de generaciones, todo el mundo se acostumbrará.
Sin embargo, hay opiniones más pesimistas: efectivamente, la gente se acostumbra a los androides y, por lo tanto, se vuelve aún más susceptible a las más mínimas desviaciones de su semejanza con el ser humano. Quizás, en este caso, mejor no llamarlo 'valle inquietante', sino 'muro escalofriante'. Un muro que la humanidad tal vez no pueda franquear nunca.