En el año 1987, un equipo de investigadores de la Universidad de Michigan sostuvo que las parejas que llevaban muchos años conviviendo juntas podían llegar a tener el rostro similar debido a la mímica empática que adquirían en años de convivencia y supuestamente les permitía adoptar algunos rasgos de la pareja.
Sin embargo, este estudio fue refutado por una reciente investigación realizada por los científicos de la Universidad de Stanford tras haber estudiado los rostros de 517 parejas en imágenes hechas al principio de su matrimonio y 20 años después de su convivencia.
Las tres etapas concluyeron que en las imágenes realizadas al inicio del matrimonio, las parejas tenían un rostro similar, pero a medida que convivían, estos cambiaban y se podían notar más diferencias.
Es probable que la teoría de que los polos opuestos se atraen no funcione cuando se trata de matrimonios porque las parejas por lo general escogen una persona similar a sí misma en rasgos y apariencia, según los científicos.