El 23 de abril parecía un día como cualquier otro para Marlen Ochoa. La joven, con una panza que dejaba en evidencia su estado de gravidez, salió de la secundaria de Chicago donde cursaba sus estudios. Tenía que ir a la guardería a buscar a su otro hijo, de tres años. Pero nunca llegó.
Se presume que en ese encuentro Figueroa estranguló a la joven embarazada y le abrió el vientre para sacarle al niño. Enseguida, llamó al teléfono de emergencias con la excusa de haber dado a luz en su casa. Para ese momento, el bebé ya presentaba un severo daño cerebral debido a la falta de oxígeno en su nacimiento.
Figueroa y el niño fueron llevados al hospital. A pesar de que en el mismo momento los exámenes realizados a Clarisa Figueroa no hubieran dado evidencias de que cursara un embarazo, el hospital no alertó a la Policía, según el periódico Chicago Tribune. Mientras tanto, la familia de Marlen se encontraba desesperada y ofrecía recompensas para dar con el paradero de la joven.
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Mientras tanto, la madre apócrifa montó una campaña en la plataforma de micromecenazgo GoFundMe, dadas las dificultades que iba a presentar el niño, gravemente afectado por las circunstancias en las que fue dado a luz: luego del estrangulamiento de Marlen con un cable, fue quitado del vientre materno con un cuchillo de carnicería.
Cuando las fuerzas del orden llegaron a su casa, encontraron el cuerpo de Marlen en una bolsa de basura. Los testimonios de los vecinos dan cuenta de que habían visto en las inmediaciones a una mujer con las manos ensangrentadas y un bebé envuelto en los brazos.
Además de Clarisa, se encuentra imputada por el asesinato su hija Desirée. También su yerno, pero está acusado de haber ocultado el delito. La vida del niño corría riesgo y durante un tiempo se barajó desconectarlo de los aparatos que facilitaban su vida. Ahora, el niño sigue peleando por su vida.
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Mientras tanto, la conmoción generó que la sangrienta y lamentable acción contra la joven madre se volviera mediática. A un mes de su desaparición, se está llevando a cabo su velorio. Para ese fin, se concedieron a sus cuatro abuelos provenientes de México visas humanitarias, que permiten a los visitantes estar hasta 20 días en EEUU, según Univisión. Llegaron con rosarios en mano, para rezar por el niño.