En su nueva obra autobiográfica, el cineasta se compara con Don Quijote. Kusturica explicó que todos los proyectos que ha realizado en su vida, los emprendió gracias a su idealismo.
En efecto, Kusturica ha permanecido fiel a sus ideas durante toda su vida. Según su percepción, el destino es algo que se determina genéticamente e incluso bioquímicamente: "Por lo tanto no podría haber vivido otra vida, sino que esta es la única posible para mí. Y soy una persona feliz, ya que todas las condiciones y todos los elementos dramáticos de mi vida los he creado yo y nunca he sido dirigido por nadie".
"No dejé que me cambiara la gente que hacía las guerras balcánicas y seguirá haciéndolas. Me llamaban espía ruso debido a mi actitud política. Juzgar a alguien es definirse a sí mismo", aseveró.
El cineasta explicó que se trata de personas que reciben dinero de distintas organizaciones no gubernamentales. Una vez oyen hablar sobre el mundo bipolar —como un remedio para salvar el planeta— le acusan a uno de ser espía.
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En su reciente libro, Kusturica toca también el tema traumático de la guerra. Según el, cada enfrentamiento bélico expone la naturaleza bestial del hombre.
"La guerra es como un molino de agua que muele la historia de la humanidad de una manera atroz y no se para. Ahora tenemos la suerte de contar con políticos que representan nuestros intereses, sobre todo, en la República Srpska", indicó.
A este respecto, el cineasta concluyó que la fuerza euroasiática se está haciendo predominante. Aunque el traspaso de poder suele ser un proceso largo y complicado, la transferencia de responsabilidades ya ha comenzado.
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