Esta legislación entró en vigor debido a que Longyearbyen es una zona de congelación perpetua, lo que impide a los cadáveres descomponerse. Este obstáculo es capaz de provocar la propagación de virus mortales y atraer a los carnívoros.
Si una persona se ve involucrada en un accidente o sufre de una enfermedad grave los médicos la trasladan al continente. Si un individuo muere en esta ciudad, los servicios funerales también transportan su cuerpo a otra parte de Noruega para enterrarlo.
Longyearbyen no es la única localidad en el mundo en la que está prohibido enterrar cadáveres. Una legislación similar está vigente en la ciudad española de Lanjarón y en tres comunas galas, Cugnaux, Le Lavandou y Sarpourenx.
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