Y lo hizo hasta alcanzar los 571 metros de altura. Una cifra nada desdeñable para un chófer de limusina, que es su ocupación principal. Aterrizó en paracaídas en el desierto de Mojave y de una pieza, contra todo pronóstico. Es autodidacta y ante los medios de comunicación no ha dudado en asegurar siempre que sabe lo necesario sobre termodinámica y sobre mecánica. "Estoy cansado de que la gente diga que me eché para atrás y que no construí ningún cohete", ha dicho Hugues.
Sus detractores se ríen de él y lo consideran una figura más cercana al Coyote de los dibujos animados del Correcaminos que a un verdadero científico con dos dedos de frente.

El plan de Hughes era despegar a finales de 2017, en noviembre, pero la Oficina de Tierras del estado de California se lo prohibió por cuestiones técnicas. Ahora lo ha conseguido y lo ha hecho a bordo de un cohete propulsado a vapor y fabricado en el garaje de su casa.
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"¿Qué si estoy contento? Sí, supongo. Lo sabré mañana por la mañana. No podré ni levantarme de la cama. Al menos puedo ir a casa, cenar y ver a mis gatos esta noche", ha dicho a la prensa.
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