Así, en la base naval de Lorian, ubicada en la parte ocupada de Francia, tenía que ser cargado con 800 kilogramos de dióxido de uranio, destinado a la creación de la llamada 'bomba sucia' radiactiva que podría ser utilizada por los militares japoneses contra EEUU.
Sin embargo, las conversaciones entre Alemania y Japón fueron interceptadas por los servicios secretos de la 10 Flota de EEUU, que tenían por objeto controlar los movimientos de los submarinos enemigos en el Atlántico. Al cruzar el océano Índico, el sumergible japonés entró en el Atlántico y una unidad de búsqueda y asalto estadounidense —integrada por el portaviones Bogue, nueve cazas FM-2 Wildcat, doce bombarderos TBM-1S Avenger y cinco destructores— empezó a perseguir al navío japonés.
Por su parte, los japoneses realizaron una inmersión de emergencia, no obstante, el segundo ataque —llevado a cabo por el teniente William Gordon y el comandante del grupo, Aurelius Vosseler— hundió la nave nipona. A la mañana siguiente, el destructor Janssen halló los escombros del submarino japonés en la superficie del agua.
Pese a que los restos del sumergible fueron localizados por un equipo de investigadores en 1995, todavía no han sido recuperados del fondo marino.