Empezamos por Cuba con su receta del afamado congrí, un plato tradicional tanto de consumo diario como de fechas festivas que mezcla frijol colorado, arroz blanco, un sofrito de aceite con hojas de laurel, comino, orégano, pimientos, ajo, cebollas y panceta o chicharrón, estos últimos sin exagerar.
A esta misma preparación, pero con frijol negro se le llama "moros y cristianos" por su simbolismo con la herencia española y africana, y ha sido considerada una joya de la gastronomía local que han saboreado viajeros de todo el mundo y unas cuantas generaciones de cubanos.
El doctor Fernando Ortiz, estudioso de las raíces histórico-culturales afrocubanas reveló en sus investigaciones que el término congrí proviene de un vocablo de Haití, donde a los frijoles colorados se les dice congó y al arroz riz, como en francés. Entonces congrí proviene de la voz creole que significa "congos con arroz".
El "congrí" es típico de la cocina caribeña, y en sus diferentes versiones lo podemos encontrar también en Haití, Puerto Rico, Santo Domingo, Bahamas y otras islas del Caribe.
Los venezolanos prefieren servir esta mezcla dentro de un plato típico nacional llamado "pabellón criollo" que además tiene arroz blanco y carne mechada, o acompañados de las famosas arepas venezolanas recién tostadas con queso blanco rallado o mantequilla.
Otra popular receta del frijol proviene de Brasil, que con su extensa gastronomía lo incluye en su festín de platos nacionales como feijoada, preparada esencialmente con muchos frijoles de granos pequeños y negros y que contiene muchas partes del cerdo, incluso las menos convencionales como la cola, el hocico y las patas.
Este plato tan conocido forma parte de la herencia de la colonización portuguesa y es extremadamente popular en el norte de este país, considerado un símbolo y muy asociado a la samba, al carnaval y a la caipirinha, la bebida tradicional de Brasil.
Algunos historiadores defienden la teoría de que la feijoada nació en los hogares de los esclavos negros, quienes esperaban el final de los festines de los colonizadores y juntaban las sobras de carne de cerdo para mezclarlas con los frijoles. Sin embargo, muchos afirman que la feijoada es una adaptación de la culinaria portuguesa.
El popular imperio gastronómico del Perú también incluye al frijol en sus recetas más degustadas y lo presenta como "frejoles" con seco de carne, un plato que mezcla al frijol con el seco de carne en la mesa y que varía por la inclusión de zanahorias y la papada del cerdo finamente picada.
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Entre las propiedades nutricionales que se le atribuyen al frijol está el gran aporte de ácido fólico, que ayuda a prevenir malformaciones en el feto y reduce el riesgo de sufrir anemia, así como permite el buen funcionamiento del sistema nervioso y favorece la digestión de grasas. Al parecer, motivos suficientes para complementar la canasta básica de una gran parte de los países latinoamericanos.
Estas recetas muestran las principales versiones que existen para cocinar el frijol en Latinoamérica, de acuerdo a las culturas que hoy lo asumen en su dieta diaria, y de aquí se derivan las miles de fórmulas caseras que han alimentado a generaciones.