Los ecos del debate sobre la Revolución de Octubre reverberan en todo el mundo. Algunos critican y otros elogian la controvertida figura de Lenin.
El periodista y el presentador de la popular cadena estatal rusa Rossiya 1, Konstantín Siomin, conocido por sus posturas prosocialistas, ofrece una compilación de hechos necesaria para comprender la lógica de los bolcheviques del año 1916. El material ha sido ampliamente divulgado entre las comunidades de tendencia izquierdista en Facebook.
Siomin afirma que las crisis son una consecuencia inevitable del desarrollo del capitalismo, y siempre se resuelven mediante guerras —que van siendo cada vez más devastadoras—. Durante las guerras imperialistas, la sociedad enseña su estructura de clases: los pobres son los que fallecen primero, mientras que los ricos están a salvo lejos del frente.
El país dependía de sus acreedores externos y, por ello, se veía obligado a luchar para sus aliados en el frente occidental. Un nivel relativamente bajo de tecnología tampoco permitía que el Estado sobreviviera a un conflicto de gran envergadura.
"La rapidez con la que la Entente aceptó la abdicación de Nicolás II y empezó a repartirse el legado imperial demuestra claramente" que Rusia era el siguiente objetivo de las potencias capitalistas avanzadas de Europa, apunta Siomin.
Para evitar una sangrienta guerra mundial hacía falta establecer un nuevo sistema económico y estatal —que resultó ser la URSS—. Y para defender el país recién aparecido de la agresión capitalista, sus fundadores habían de efectuar un avance técnico, educativo y médico para que cada ciudadano tuviera una razón para defender a su país.
Para unir a gente tan dispar de varias naciones que integraban el antiguo Imperio ruso se requería una ideología convincente para todos los pueblos. La equidad y justicia social resultó ser tal ideología. La forma apta para un Estado de tal naturaleza era una unión y no el imperio, explica el periodista.
Esta tesis fue rechazada después a favor de la doctrina de la coexistencia y la necesidad de desarrollar un único país, la URSS, un concepto promovido por Iósif Stalin. Esta idea resultó ser errónea, "ya que la coexistencia no se logró y la URSS fue a la defensiva", según el autor.
El periodista afirma que la desintegración de la URSS no eliminó los problemas mencionados:
"El capitalismo está al borde de una crisis jamás vista en la historia, que se resolverá, como de costumbre, solo a través de una guerra".
En conclusión, Siomin se dirige a los oponentes de Lenin proponiéndoles acordar 'programas alternativos' para tratar de salir de la crisis que tuvo que afrontar Rusia a principios del siglo XX y, más ampliamente, evitar las mismas tendencias en su forma contemporánea.