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Lágrimas e injusticia: el testimonio de las haitianas abusadas por soldados de la ONU

© Sputnik / Igor PatrickFabiana, una víctima de acoso sexual en Haití
Fabiana, una víctima de acoso sexual en Haití - Sputnik Mundo
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Diversas mujeres de Haití decidieron denunciar abiertamente a los soldados brasileños que habían abusado de ellas en 2007. Aquella campaña de las Fuerzas de paz de la ONU tuvo mala reputación. Un centenar de integrantes de estas tropas fueron acusados de abuso y explotación sexual contra la población civil.

Martine Gestimé estudiaba en una escuela situada cerca de la base de Cité Soleil, en uno de los barrios más pobres y peligrosos de todo el Hemisferio Norte. Cuenta que pasaba todo el día con hambre y que en cierta ocasión, un traductor al servicio de la Minustah (Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití) llamado Franco se le acercó traduciendo lo que decía un militar brasileño. El soldado la elogió, la felicitó por sus estudios y le dijo "que esta es la única forma de cambiar de vida".

"Él tenía la piel blanca, blanca, blanca, cabellos negros y ojos claros, me elogiaba, decía que era bonita", cuenta la haitiana.

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Ella volvió a verlo a diario cuando salía de clase. Aquel mismo mes, el militar la invitó a la base, diciendo que le regalaría un paquete de galletas. Sin haber podido comer en todo el día, Martine cuenta que dejó su material escolar en casa y que fue a buscar lo prometido.

Según Martine, el militar le pidió que esperase en una habitación cerca de la entrada de la base. Volvió sin las galletas, cerró la puerta y la violó. Avergonzada, guardó en secreto todo lo sucedido hasta que descubrió que estaba embarazada. Una amiga le sugirió que abortara y las dos ahorraron para ello en secreto durante 22 días el dinero que sus familias les daban para comer en el colegio. Solo consiguieron juntar 1.000 gourdes (unos 15,5 dólares), menos de la mitad del costo del medicamento abortivo que se vende ilegalmente en las calles de Puerto Príncipe.

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"Mi madre se dio cuenta de que lo estaba pasando muy mal y concluyó que estaba embarazada, ella me mandó a buscar al padre del niño, pero no conseguí hacerlo y no le dije que había sido violada, porque ella siempre me advertía de que no debía ir a estudiar porque era peligroso, me culparía de lo sucedido", contó la haitiana.
Martine trató de encontrar al traductor llamado Franco, para conocer el nombre del militar, pero tampoco logró hacerlo.

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"Más de una vez fui a dormir llorando, pidiendo a Dios que matara al bebé o a mí porque no tenía recursos para criarlo", confiesa con lágrimas en los ojos. Ashford Gestimé nació el 8 de abril de 2008. Por las humillaciones de su madre, Martine mandó al niño a vivir con su hermano, en la ciudad de Delmas. A día de hoy, el chico cree que su tío es su padre.

Tres años después, Martine vive en una habitación de 3 metros cuadrados con su tía, Jacqueline Louidor, una amiga y un niño. Comparten una sola cama de matrimonio. Su vivienda carece de baños y ventanas y los cerdos hurgan en la basura ante su casucha.

"Si yo pudiera encontrar a este hombre, le pediría que ayudara a mi hijo a estudiar. Yo no lo perdonaría, pero quiero que Ashford consiga tener una vida mejor que la mía", cuenta la haitiana, que asegura que sería capaz de reconocer a su violador en una foto.

Los corresponsales de Sputnik Brasil intentaron localizar archivos de los soldados que estuvieron en Haití en junio de 2007. Descubrieron que estos militares se encontraban en varias bases de la ONU y que rotaban semanalmente de lugar.

Sin embargo, los periodistas no lograron hallar información sobre los datos personales de los soldados. Lo único que pudieron averiguar fue que procedían de la 6 Brigada de Infantería Blindada de Santa María, en Rio Grande do Sul.

El Ministerio de Defensa de Haití informó de que "según los registros de la Comisión de Conducta y Disciplina de la ONU, no hubo ninguna denuncia formal sobre crímenes de esa naturaleza en la que hubiera militares brasileños implicados". Destacaron, además, que "debe ser remarcado y motivo de orgullo el hecho de que después de más de 13 años en Haití no se reportara ningún incidente de este tipo que involucrara a militares brasileños".

Las Naciones Unidas no proporcionaron una respuesta a Sputnik sobre si casos de abuso sexual supuestamente cometidos por brasileños llegaron a ser objeto de un investigación formal. El organismo, en cambio, sí declaró que promovía una política de tolerancia cero con respecto a la explotación y los abusos sexuales.

Según las estadísticas disponibles en línea, las Naciones Unidas calculan que la Minustah registró en total 114 denuncias de abuso y explotación sexual durante casi 10 años. Sin embargo, los datos del Instituto para la Justicia y la Democracia en Haití recogen que son casi 500 los casos solo de abuso, e informa de que la mayoría de ellos no fue reportada por miedo o vergüenza. De todas las acusaciones, solo 34 han sido confirmadas. Por esas 34 agresiones, solo once personas fueron detenidas y una única víctima recibió una indemnización económica.

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Jacquendia Cangé sintió la indiferencia en carne propia. Fue violada por un policía nigeriano de la UNPOL (Policía de las Naciones Unidas), se quedó embarazada y denunció el caso al Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz (DPKO). A diferencia de la mayoría de las víctimas, Jacquendia sabe el nombre y el apellido del violador y tiene hasta su teléfono nigeriano. Cuando acudió a la oficina del DPKO en Puerto Príncipe a presentar una denuncia, informó del nombre del hombre. Salió de allí con una foto del violador y le prometieron que la denuncia se tramitaría. A día de hoy sigue esperando una llamada.

Después del escándalo de 2007, el organismo internacional tuvo que sustituir las fuerzas de los cascos azules por unidades formadas exclusivamente por mujeres, 600 en total.

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Las violaciones cometidas por el personal de las Naciones Unidas en Haití también tienen que ser analizadas en perspectiva. La organización Médicos sin Fronteras divulgó en julio de este año el informe 'Violencia sexual y de género contra jóvenes en Haití' en el que denuncia la frágil estructura estatal existente para atender y tratar a las víctimas.
Según MSF, faltan profesionales con experiencia, políticas públicas de apoyo a las víctimas y hospitales especiales.

La educación sexual también está poco desarrollada en la sociedad haitiana y la falta de información sobre el tema expone a las haitianas no solo al riesgo de ser violadas, sino también a sufrir heridas, embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Además, se relativiza el propio delito, de modo que se facilita que los y las menores sean tanto víctimas como, en muchos casos, perpetradores.

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